Damos un homenaje a todos aquellos que se preocupan de los enfermos, desplazados, sin trabajo. A ellos, que velan por todas las víctimas de catástrofes naturales y de la maldad de algunos que -sin mirar la emergencia mundial provocada por la pandemia- aprovechan esta incertidumbre para causar más dolor. Gracias por estar ahí y ayudar a salvar vidas.
En este Día Mundial de la Asistencia Humanitaria recordamos a quienes día a día viven necesidades extremas y a quienes están dispuestos a ayudarlos. Las necesidades son muchas y están en todos los lugares. Desde Tanzania a Ucrania, Irak a Bolivia, Siria, Brasil, Cuba. En todos los lugares vemos las mismas necesidades: soledad, miedo, desprotección, hambre, refugio...
Una tragedia motivó la fecha. En diciembre de 2008 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 19 de agosto como el Día Mundial de la Asistencia Humanitaria; en memoria del atentado terrorista, del 19 de agosto de 2003, contra la sede de las Naciones Unidas en Bagdad (Irak) que mató a 22 personas. Ellas representan a muchos que día a día dan su vida por proteger a los más necesitados.
En Ayuda a la Iglesia que Sufre los conocemos bien. Su testimonio y esfuerzo nos llenan de admiración y nos inspiran en nuestro trabajo diario. Sacerdotes, religiosas, religiosos, laicos, enfermeras, y un largo etc que se ponen a disposición de los que más sufren. Llevan a ellos consuelo y la alegría del Evangelio, les muestran que a -a pesar de las dificultades evidentes que enfrentan día a día- hay motivos por los que creer y esperan un mundo mejor.
Gracias a todos ellos por su trabajo abnegado