Santa Teresa de Los Andes, nuestra Santa. Joven, sencilla, encantadora y con una fe inmensa que la llevó a encontrar la santidad en la Eucaristía. Gracias a su unión a Jesús sacramentado, limó su carácter y consiguió dejar atrás caprichos y defectos.
Hoy 13 de julio ponemos las intenciones de Ayuda a la Iglesia que Sufre y de la Iglesia chilena a los pies de Nuestra Santa: Teresita de Los Andes.
Pese a su juventud y su breve vida en el monasterio, encontró en la Eucaristía la fuente de todas sus necesidades.
Ingresa al Carmelo por su anhelo de unirse para siempre a Jesús y tenerlo como única prioridad. Escribe en su diario, donde podemos conocer su alma privilegiada: “La vida de la carmelita consiste en amar, contemplar y sufrir. Vive sola con su Dios. Entre ella y Él no hay criaturas, no hay mundo, no hay nada, pues su alma alcanza la plenitud del amor, se funde en la Divinidad, alcanza la contemplación del Dios Amor”.
Juanita Fernández del Solar, entra al carmelo el 7 de mayo de 1919 en el Monasterio del Espíritu Santo y a pesar de que su paso fue breve, dejó una huella imborrable. Al año siguiente, en Viernes Santo, comienza su calvario. El tifus le arrebata la vida, pero la vida entre las hermanas del convento la llenó de felicidad y sus escritos dan cuenta de ello.
La nueva Teresa de Jesús viviendo en su “palomarcito” como llama al Carmelo, ha dejado de lado el mundo, y las categorías del tiempo y del espacio suelen serle indiferentes a la hora de contemplar al Divino Esposo: “Yo ya estoy sumida en Dios. Su amor es la vida de mi alma”.
“No hay lenguaje humano para reproducir los sentimientos divinos en que mi alma se halla sumergida“.