La situación es muy difícil en Venezuela. El sistema se destruye y la sociedad se desmantela. No podemos entender completamente la situación, porque la información de las autoridades administrativas del gobierno es poca. El área es muy pobre y no tenemos gas. Para visitas domiciliarias, se requiere una licencia de conducir especial.
Actualmente gestionamos un comedor para 600 niños. Nos resulta difícil movernos porque las líneas de comunicación están fuera de uso: esta semana todavía estamos tratando de llevar comida a estos niños, pero la situación es muy precaria. La capacidad de camas de hospital no es suficiente para una pandemia (200 camas), y la estructura del hospital está completamente desorganizada. Es una tragedia en la tragedia.
Les pedimos su apoyo y les agradecemos,"
MONS. JAIME VILLARROEL, obispo de Carúpano