Hay que decir que algunos factores parecen preservar a la población del coronavirus. La población es muy joven (edad promedio inferior a 17 años), las vacunas contra la tuberculosis y el clima templado (por encima de 20°) parecen representar barreras naturales para el contagio. Nada está científicamente probado, pero los test que se hacen regularmente a los ugandeses son prácticamente todos negativos".
La población del norte de Uganda está asustada, todavía recuerda la devastadora epidemia de ébola que azotó la región a principios de la década de 2000. "El recuerdo de esa epidemia está muy vivo - continúa la médico -. La población Acholi que vive en esta zona ha realizado un antiguo ritual para expulsar el virus, algo que no se hacía desde la época del ébola".
Si el contagio no parece extenderse mucho, el virus sigue causando un enorme daño económico. "El bloqueo –explica Elio Croce, un misionero comboniano que trabaja en Uganda desde la década de 1970 a favor de los huérfanos, los enfermos, los discapacitados, los niños soldados, las víctimas del SIDA y el ébola– ha detenido el libre movimiento y esto perjudica enormemente a las personas pobres que se gana la vida día a día. Los agricultores no pueden vender sus productos. Y no tienen nada que llevar a casa. Los niños no van a la escuela y los padres y las madres se ven obligados a dar de comer a otras bocas. Para muchas familias la situación se está volviendo difícil".
El bloqueo debería terminar el 5 de mayo: “Debemos resistir hasta entonces - concluye el hermano Elio - luego esperamos que haya una apertura que permita una recuperación de la vida si no a niveles normales, al menos para permitir que las personas pobres obtengan el mínimo necesario".