La Archidiócesis católica de la Madre de Dios, con sede en Moscú, abarca un gigantesco territorio de 2,6 millones de kilómetros cuadrados, mientras que sus católicos son solo una pequeña minoría entre sus 59 millones de habitantes. En las grandes metrópolis de Moscú y San Petersburgo y en otras grandes ciudades hay parroquias católicas muy activas y llenas de vida, pero en muchos otros lugares los fieles también viven aislados y muy dispersos en pequeños asentamientos en las zonas rurales.
69 religiosas de veinte congregaciones asumen muchas tareas importantes en las parroquias: dirigen grupos de niños y jóvenes, imparten la catequesis, preparan a los creyentes para la recepción de los sacramentos, visitan a enfermos -a menudo, también en pequeñas aldeas remotas-, les llevan la Sagrada Comunión, cuidan de los ancianos y las personas sin techo, y ayudan a las familias de palabra y obra. Así, por ejemplo, las Dominicas de Jesús y María, procedentes de Polonia, trabajan en la parroquia católica de Oriol, donde su labor con los jóvenes es muy popular. Numerosos jóvenes participan en las Misas, en las conversaciones espirituales, en las jornadas de retiro y en las