Un abrazo a cada una de las mujeres que nos ayudan día a día a concretar la labor de ACN. Mujeres abnegadas, sensibles, cariñosas, que lo dejan todo por servir.
Por todas aquellas mujeres anónimas que con su colaboración, oración y sacrificios hacen posible cada uno de los proyectos de Ayuda a la Iglesia que Sufre.
A todas ellas, ni más ni menos que la mitad del mundo, nuestros sinceros agradecimientos.