ACN, jueves 11 de octubre de 2018 – “La guerra no perdona y tras ocho años hay cicatrices que no desaparecerán nunca”, explica el P. Andrzej Halemba, jefe de proyectos en Medio Oriente de la fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre. Los conflictos militares obligan a la población a experiencias terribles, sobre todo a los niños, que son el grupo más vulnerable de la sociedad. Siria no es una excepción. Las atrocidades de la guerra sobrepasan la capacidad humana de lidiar con ellas, esta es la razón por la que ACN quiere ayudar a los que sufren espiritual y mentalmente.
Los Talleres del Buen Samaritano para sanar los traumas psicológicos son una de estas medidas apoyadas por la fundación. Se están llevando a cabo en el santuario carmelita del Niño Jesús en Jounieh en Líbano. “El tiempo no cura los traumas”, insiste el P. Halemba, “y por ello, es preciso ayudar a las personas a expresar su sufrimiento y a afrontar los malos recuerdos. Si nosotros no ayudamos a las familias y comunidades sirias a recuperarse, ¿quién lo va a hacer?”.
“La guerra no perdona”, explica el P. Halemba, “al contrario, sus efectos crecen como un tumor. Las cifras hablan por sí solas. Según la ONU, más de 13 millones de personas en Siria necesitan ayuda humanitaria, y la mitad de ellas son niños. Estos son las que más peligro corren ante el creciente riesgo de ser mutilados de forma permanente por los combates, de verse emocionalmente afectados por todo tipo de abusos incluidos violaciones, matrimonios impuestos, trabajos forzados como esclavos, escasez de alimentos y acceso mínimo a la salud o la educación”.
Gracias al apoyo internacional, las Iglesias locales están desempeñando un papel vital en la prestación de ayuda humanitaria integral. “En Siria, los cristianos están realizando una extraordinaria labor en aras de la paz. Ahora urge abordar el sufrimiento espiritual y psicológico”, recalca el sacerdote. El trastorno por estrés postraumático es sólo uno de los desórdenes en el amplio abanico de reacciones postraumáticas.
ACN acaba de lanzar un nuevo proyecto para apoyar y guiar a personas que sufren psicológicamente, en particular a niños. La mayoría de las personas en Siria no tienen oportunidad de recibir un tratamiento debido a la escasez de suministros y los altísimos precios de los servicios médicos”. El proyecto del Buen Samaritano para la curación de traumas se lleva a cabo en cooperación con las Iglesias locales y profesionales invitados de varios países. Está pensado como un proceso a largo plazo e incluirá encuentros de seguimiento semanales combinados con cursos de asistencia individual y sesiones de refuerzo. El primer curso se realiza estos días en el santuario carmelita del Niño Jesús en Jounieh, en Líbano, y va dirigido al clero y a profesionales que gestionarán luego el proyecto en Siria.
La mayoría de los niños han vivido de cerca bombardeos y ahora son víctimas del dolor, de pesadillas extremas, de recuerdos diarios de los acontecimientos traumáticos, de miedo, inseguridad y amargura. La mitad de ellos ha sido el blanco de francotiradores y el 66% se ha encontrado en una situación en la que pensaban que morirían. Casi uno de cada cuatro niños ha sido herido en el conflicto, y el número de huérfanos ha aumentado considerablemente. La llamada “generación perdida” –los menores de 15 años- nunca ha acudido a la escuela y es analfabeta. Muchos de ellos sufren depresión e intentan suicidarse. Las muertes infantiles se dispararon en un 50% el año pasado y el número de soldados jóvenes se ha triplicado desde 2015.
El proyecto del Buen Samaritano para la superación de traumas es otra iniciativa de la fundación pontificia que quiere ayudar en ese ámbito. Además del efecto terapéutico, ACN espera que este proyecto sea pionero para la futura estrategia de organizaciones especializadas en este campo.
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